Abril de 2011 pasará a la historia como el mes de los “cuatro partidos del siglo” Que haya cuatro partidos del siglo en un mismo mes, año o siglo, es algo difícil de explicar a quienes no sean un poquito aficionados al fútbol.

Es más que probable que uno de esos enfrentamientos entre Real Madrid y FC Barcelona se convierta en el acontecimiento televisivo del año… al menos hasta ese momento. Hablo de audiencias televisivas estratosféricas, de esas que superan los diez millones de espectadores de una sentada. Un pequeño detalle. El cine español tuvo el año pasado 10,7 millones de espectadores durante los 365 días que las salas de todo el país proyectaron alguna película producida aquí. Doy este dato para situar el fenómeno del fútbol televisado en sus proporciones apropiadas.

Se emite mucho fútbol en nuestras televisiones y todo lo que se emite, o casi todo, tiene una audiencia considerable. No todo son clásicos, pero ya quisieran los datos de audiencia de un partido de clase media-baja la gran mayoría de series, programas, documentales o películas que emiten esas mismas cadenas. Así las cosas parece que nos gusta mucho, pero mucho, mucho, ver fútbol en la tele. ¿O tal vez no es exactamente ver fútbol en la tele lo que nos gusta…?

Me explico. ¿Cuántas veces ha visto usted, lector de este blog, una película como Titanic (gran éxito en taquilla en su momento), El señor de los anillos (reina de los óscar)Avatar (el megahit cinematográfico de 2010) o Pretty Woman (la película con más pases de éxito en todas las cadenas españolas que la han multiprogramado desde hace veinte años)…? Respuesta estándar a esta pregunta: muchas veces o cuanto menos más de una vez alguna parte o toda la película.

Y ahora otra pregunta. ¿Cuántas veces ha visto un partido de fútbol del que ya conoce el resultado? Incluso un partido brillante, un partido histórico como aquella final de la Copa de Europa que jugaron en 1960 Real Madrid y Eintracht de Frankfurt. Respuesta estándar para esta segunda pregunta: entre una y ninguna y ninguna con tendencia a la segunda opción.

¿Pero no habíamos quedado en que nos gustaba a todos ver fútbol por la tele? ¡Qué mejor propuesta entonces que ver un partido excelente! Algo no cuadra en esta historia. Vayamos pues a la intrahistoria.

El cine tiene un proceso de exhibición y explotación que podemos llamar de ventanas de exclusividad a futuro. Funciona de la siguiente forma:

La vida de la película comienza en las salas de cine y va pasando por el mundo del DVD (ya casi todo alquiler y apenas venta), la televisión de pago por visión, la televisión de pago y por fin la televisión en abierto. Cuanto más se ve una película en la ventana anterior, mejor le va al propietario de los derechos de la siguiente. Un ejemplo. Titanic arrasó en los cines, se alquiló su DVD más que ningún otro, fue un éxito tremendo en la TV de pago y durante mucho tiempo ostentó el título de la película más vista en su primer pase en la televisión gratuita.

Nadie que estuvo en el cine viendo Titanic la alquiló pensando que Jack Dawson (Leonardo DiCaprio) se salvaba en la copia del DVD. Ningún telespectador de los diferentes pases televisivos anhelaba que el barco no se hundiera: lo alcanzaba el Iceberg y se iba al fondo del mar todas las veces, igual que el original en su viaje del 14 de abril de 1912. Por cierto: hoy se cumplen 99 años del más famoso accidente naval de la historia.

¿Por qué hacemos esto de ver las películas cuyo final conocemos? Es sencillo. El cine es puro entretenimiento audiovisual. Te lo pasas bien, te engancha la trama, te diviertes con una escena vista mil veces… pero el fútbol no funciona igual en nuestro imaginario particular. También es ocio audiovisual, también es entretenimiento y también tiene mucho que ver con la televisión. Pero no es lo mismo:

También hay PPV, TV de pago y televisión en abierto. Pero no son ventanas sucesivas. Son ventanas poco menos que exclusivas. Los operadores de televisión pagan mucho dinero por la exclusiva de la emisión del partido en riguroso directo. Sólo los heavy ussers del fútbol (entrenadores, jugadores, etc.) ven los partidos en diferido. Es parte de su trabajo.

Para los demás, todos nosotros, el fútbol es ocio pasional. Conocido el resultado ¿Qué interés tiene ver un partido por muy bueno que sea? (¡Imagínese que le cuentan que es muy bueno pero que ha quedado empate a cero!) No hay lugar para la emoción, no cabe la incertidumbre. Sabiendo el marcador final no queda espacio para goce agonístico del aficionado.

No nos gusta el fútbol tanto como creemos. Nos gusta la pasión que acompaña al fútbol y el sufrimiento electrizante de un partido de resultado incierto hasta el pitido final. Si conocemos el resultado… mejor nos vamos al cine a ver una buena película. Y ya puestos sepan que la máquina industrial de Hollywood ha encontrado el modo de resucitar a Jack Dawson. Salvo que sea una broma, este verano llega a las pantallas Titanic 2. ¿Será por el centenario del año que viene…?