¿Conocemos las posibilidades reales de nuestra voz? Todos hemos hecho lo mismo siendo adolescentes: grabar nuestra voz en algún dispositivo electrónico y luego reproducirla para oírla. Inmediatamente llegábamos a las mismas conclusiones: “esa no es mi voz” y “¡qué voz más fea tengo!” Pues yo tengo dos noticias. Primera: la voz que oye en esos dispositivos es la suya. La que oye usted, a través de su propio cuerpo no es la que oyen los demás. Y la segunda noticia: es mentira que su voz es un desastre. Pocas voces son espantosas al oído ajeno.
En éstas andábamos cuando conocimos la historia de Ted Wiliams. Locutor de radio, vagabundo y ahora de nuevo locutor y tal vez estrella mediática mundial. Un periodista del Columbus Dispatch grabó a quel indigente con su teléfono móvil y lo subió a Internet.
He consultado con expertas en esta materia para ponerle algo de ciencia a la imponente voz de Wiliams. ¿Por qué suena tan espectacular? Eva y Mar García Menéndez son logopedas y colaboradoras de la Escuela de presentadores Jesús Hermida, de TRACOR, institución especializada en el sector audiovisual. Eva y Mar dicen que estamos ante “una voz cálida, resonante, intensa y con presencia. Transmite seguridad, personalidad y convicción, cualidades muy apreciadas por todos y especialmente adecuada para los medios de comunicación, la publicidad o el doblaje de películas.”
Marta Pinillos es otra autoridad en la materia. Marta es logofoniatra y alude a condicionantes fisiológicos cuando asegura que “Wiliams es negro y por ello su musculatura es más potente. La forma en la que tiene la boca le ayuda a que la voz salga con más resonancia, pues le alarga el paladar blando” Wiliams es un fenómeno universal, el protagonista de una suerte de cuento de hadas con un giro argumental digno de Hollywood. Según Marta Pinillos “su voz es muy timbrada y a la hora de locutar sabe modular, y sobre todo, va consonanteando (perdón por el palabro de la jerga logofoniátrica y radiofónica) y con ello le da más brillo y resonancia a la voz. No fuerza nada y el truco parece que estuviera en su su caja de resonancia y en aprovechar sus resonadores…”
Ya ven que Ted Wiliams es ahora una celebridad que visita platós y estudios en calidad de invitado. Pero su voz habría sido todavía mejor y habría sufrido menor desgaste si no hubiese tenido problemas con el alcohol… y si además no fumase. La bebida y el tabaco son nocivos para el cuidado de esa herramienta profesional que es nuestra voz.
Han leído bien. He escrito que la voz es una herramienta profesional… y no hablo de Wiliams o de mi caso como profesor, presentador de televisión, formador yconsultor… ¡Yo sí que me paso el día hablando! Me refiero a cualquiera que trabaje en la mayoría de ocupaciones modernas del sector servicios. ¿Se han parado a contar cuánto de su jornada laboral típica dedican a hablar? Reuniones, presentaciones, entrevistas, ponencias, llamadas de teléfono, encuentros… ¿A qué fácilmente le sale más de un cincuenta por ciento?
La inmensa mayoría no tiene que ser Ted Wiliams. No serán locutores profesionales, cantantes o declamadores profesionales. Tampoco actores de doblaje. Tenemos la voz que tenemos, pero desconocemos su potencial y solemos olvidar que en nuestra mano está el dominio de buena parte de su calidad. No hablar en público en entornos profesionales arguyendo aquello de “no hablo porque mi voz es muy fea” es una simple excusa de mal pagador.
Ted Wliams está aprovechando en esta segunda oportunidad que le da la vida todas las ventajas que le otorgó la naturaleza. También su conocimiento profesional del asunto. A nosotros, con unas aspiraciones mucho menos estratosféricas, nos toca acometer todo lo que podemos hacer con nuestra voz para que de verdad sea una herramienta útil a mayor gloria de nuestra actividad profesional. Y les aseguro que hay mucho y bueno por hacer.
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